viernes, 26 de junio de 2009

TRES DÍAS DE SUPERVIVENCIA

A las 07h30 emprendieron el viaje los alumnos de la Carrera de Periodismo y Multimedia y Televisión. El destino, el Campamento de la Escuela de Iwias del Ejército Ecuatoriano, ubicado en la provincia del Pastaza, en la ciudad del Puyo. Del 17 al 19 de junio estuvimos en territorio selvático, durmiendo bajo la lluvia, comiendo animales que se obtuvieron gracias a la caza y a la pesca, varias y únicas experiencias más, que definitivamente, marcaron, de alguna manera mi visión y reacción hacia muchas cosas.

El objetivo de este Curso de Campismo y Supervivencia fue proporcionar conocimientos generales sobre primeros auxilios, navegación terrestre, medios de navegación fluvial, ambiente selvático y técnicas de supervivencia colectiva, Derecho Internacional Humanitario, Grupos Ilegales Armados de Colombia, con la finalidad que los estudiantes adquieran habilidades y destrezas que le permitan socorrer y/o sobrevivir ante situaciones de emergencia en selva o en otros escenarios.

Formarse para recoger el material. Ponerse en fila para comer. Medir distancias. Obedecer a un grito. Despertarse a las 04h00 y en media hora adentrarse en la selva ecuatoriana. Dormir en una hamaca toldo. Lluvia en el día y en la noche. Parecerían escenas de los tres peores días vividos en estos 21 años. La mejor de las experiencias, sin duda, única; pero con episodios difíciles de sacar de la mente.

Fueron tres días de sacrificio, pero el segundo se lleva el primer lugar. Empezó a las 04h30 cuando el Teniente Benalcázar de un grito despertó a los 71 estudiantes de la Universidad de Las Américas. Formación al patio central y enseguida una hora y media aproximadamente de caminata dentro de la selva de nuestro país. La noche anterior advirtieron que nos quedaremos a dormir junto a todo lo que encierra ese mundo mágico del norte del Ecuador.

El día empezó con esfuerzo, pero ni imaginamos como terminaría. Una hamaca toldo: especie de hamaca con techo en la parte superior y que se amarra a dos árboles para dormir en el aire. La lluvia era demasiado fuerte, los lugares para dormir se convirtieron en piscinas y fue inevitable no mojarse. Parece que la noche se hacía eterna. Cerré los ojos e imaginé que ya estaba por amanecer, apenas había pasado una hora.

En algún momento me dormí, pero enseguida nuevamente el grito del Teniente nos despertaba. Lo único que quería era zafar todo lo armado y huir. Amaneció y tuvimos que esperar en una especie de choza para que nos reunamos todos. El día pasó rápido. Llegamos nuevamente al campamento, una ducha y a comer. Los buses nos estaban esperando, mi cama y mi baño también. Llegué a mi casa y asenté la cabeza en la almohada. Al parecer recuperé algunas horas perdidas de sueño.

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