miércoles, 10 de diciembre de 2008

Una Cuenta Regresiva




Si, todo empezó cuando me encontré cerca de la rama de un árbol. Me alejé, pero fue tanto que apenas podía ser parte del cosmos en el que millones de personas viven y yo apenas soy un unto que no se lo puede ver.

No estamos solos y mucho menos somos el ombligo del mundo. Talvez para algunas personas nuestra sonrisa sea importante, pero para otras la misma sonrisa puede ser lo peor que pueden ver.

Aprovechar los momentos adecuados para compartir con las personas indicadas, también es parte de beneficiar dicho tiempo y valorar cuán importante es para la convivencia de todos en el mundo.

Cuando volví a estar cerca de la rama del árbol, decidí aproximarme mucho más. Ocurrió lo mismo que con la infinidad. Las imágenes mientras más me acercaba eran similares a las que pude observar cuando me alejaba.

Una presentación totalmente válida para la reflexión de que en este mundo nadie puede hacer lo que yo quiera simplemente porque se me antojó. Las ideas, la voluntad y el liderazgo van por otro camino muy distinto. Después de todo, la mayoría de nosotros se convertirá en un simple puntito en el infinito y nos necesitaremos.

Poder observar lo perfecto que es el planeta en el que vivimos, hasta la vía láctea; pero además saber que en medio de toda esa inmensidad estoy yo, es un verdadero orgullo formar parte de tanta belleza.

Pero, ¿qué tiene que ver esto con la migración? Mucho. Cuando lo tenemos todo, o casi todo, no lo valoramos. Necesitamos salir de ese mundo (nuestro mundo) para empezar a apreciar todo lo maravilloso que nos rodea. La familia, los amigos, los amores (siempre tenemos más de uno), los vecinos, el calor, el frío, la comida… y todo eso al final se convierte en un recuerdo y se lo demuestra con lágrimas. Te doy mi toalla. Para siempre.

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